Cuando el juego se llama…… ensayo y error, para ver si
acierto!
Bajas intensidades de esfuerzo y sistema hormonal asociado al deseo de comer.
Si hay estudios sobre lo que se ha colocado un especial interés en estos tiempos, sin dudas están aquellos que refieren a ciertas hormonas reconocidas por sus efectos orexígenos (estimuladores del deseo de comer) o anorexígenos (inhibidores del apetito). En esta línea de análisis, la leptina (Lpt) y la grelina acilada (Gr), que es la forma activa de dicha hormona, han demostrado actuar sobre la homeostasis energética y el consumo de alimentos. Se sabe que la Gr tiene una forma no acilada pero que es la otra la que posee vínculos con el receptor secretagogo de la hormona de crecimiento (GH) y por ello se la vincula con el deseo de comer.
Es conocido ya hace unos cuantos años que la Lpt actúa negativamente sobre la ingesta de alimentos, por lo que se la identifica como una hormona anorexígena. En dirección contraria actúa la Gr, de reconocido efecto positivo sobre el deseo de comer y entonces se la clasifica como orexígena.
Se sabe que el tejido adiposo excede largamente su función de reservorio graso y por lo tanto, energético. Sus adipocitos liberan un elevado número de sustancias de diferente acción sobre distintos tejidos, entre los que se encuentran justamente estas dos hormonas mencionadas, la Lpt y la Gr.
Como es de suponer, el “sentido común” que priva en las reacciones biológicas del cuerpo humano muestra en este caso que cuando la Lpt está elevada la Gr está inhibida, y al contrario. Así pues, tenemos deseo de comer o estamos carente de él. Pero esto, como también es de esperar, funciona ajeno a la voluntad, de manera que si volitivamente dejáramos de comer nuestro cuerpo automáticamente estimularía el famoso “gen ahorrador” y se incrementaría la liberación de Gr y disminuiría secreción de Lpt.
En un muy interesante trabajo científico publicado en el Journal of Exercise Physiology online, Volume 12 Number 2 April 2010, se concretó una investigación en treadmill, donde los sujetos corrieron al 50% del VO2max, a un cociente respiratorio (RER) entre 0,7 y 0,8 (lo que demuestra la participación muy elevada y absolutamente dominante de las grasas como combustible energético), y con la regulación permanente de la velocidad de la cinta deslizante a los fines de mantener la intensidad del ejercicio al 50% del consumo de oxígeno previsto.
Del análisis de sangre verificando niveles de Lpt y Gr se observó que a intensidades del 50% del VO2max, los valores de Lpt descienden en forma significativa al tiempo que los de Gr se incrementan sensiblemente.
Lo relevante de este estudio tiene que ver, de acuerdo a lo que expresan los investigadores en el trabajo, con el efecto que esos niveles de exigencia pueden tener sobre estrategias para la perdida de tejido graso. Porque es evidente que intensidades tan bajas siempre se han sugerido para la pérdida del excedente graso y, por el otro lado, nuestro sistema hormonal vinculado a la homeostasis energética muestra a estas intensidades como potenciadoras del apetito.
Resumiendo, muchas veces vemos prescribir esfuerzos en el territorio aeróbico con el “mensaje medioeval” que indica que el mismo debe ser de baja intensidad (tal el caso del 50% del VO2max, lo que para no pocas personas implica una simple marcha) y durante un tiempo prolongado (en este trabajo se concretó durante 60 minutos).
Entonces nos preguntamos y cuestionamos….será que debemos “leer” solamente al metabolismo energético solicitado pero descontextualizando la tasa energética a la cual se concreta (para el caso, muy pobre y por ello el gasto kilocalórico será bajo) y el entorno hormonal que se presenta?
Porque de acuerdo a lo que muestran algunos trabajos como el que cito aquí, ciertas hormonas que actúan directamente sobre el deseo de comer están aumentadas y las que operan sobre la inhibición del apetito se incrementan.
Conclusión de los autores de acuerdo a lo colocado textualmente en su idioma original:
Long duration moderate-intensity exercise (max VO2 less than 60%) has been suggested as an exercise mode to decrease body fat. The results of the current study call into a question the use of long duration moderate-intensity exercise as an exercise mode to decrease body fat. The results of the present study showed that this type of exercise may result in a decrease in leptin and an increase in ghrelin. Increase of acylated ghrelin and decrease of leptin were shown to increase appetite and food intake. Therefore, long duration moderate-intensity exercise (max VO2 less than 60%) may stimulate energy intake after exercise and make weight control more difficult. Also other controlled studies should be conducted to understand the effects of this type of exercise on acylated ghrelin and leptin in obese, overweight and sedentary subjects.
Para reflexionar
Dr Jorge Roig.
Bajas intensidades de esfuerzo y sistema hormonal asociado al deseo de comer.
Si hay estudios sobre lo que se ha colocado un especial interés en estos tiempos, sin dudas están aquellos que refieren a ciertas hormonas reconocidas por sus efectos orexígenos (estimuladores del deseo de comer) o anorexígenos (inhibidores del apetito). En esta línea de análisis, la leptina (Lpt) y la grelina acilada (Gr), que es la forma activa de dicha hormona, han demostrado actuar sobre la homeostasis energética y el consumo de alimentos. Se sabe que la Gr tiene una forma no acilada pero que es la otra la que posee vínculos con el receptor secretagogo de la hormona de crecimiento (GH) y por ello se la vincula con el deseo de comer.
Es conocido ya hace unos cuantos años que la Lpt actúa negativamente sobre la ingesta de alimentos, por lo que se la identifica como una hormona anorexígena. En dirección contraria actúa la Gr, de reconocido efecto positivo sobre el deseo de comer y entonces se la clasifica como orexígena.
Se sabe que el tejido adiposo excede largamente su función de reservorio graso y por lo tanto, energético. Sus adipocitos liberan un elevado número de sustancias de diferente acción sobre distintos tejidos, entre los que se encuentran justamente estas dos hormonas mencionadas, la Lpt y la Gr.
Como es de suponer, el “sentido común” que priva en las reacciones biológicas del cuerpo humano muestra en este caso que cuando la Lpt está elevada la Gr está inhibida, y al contrario. Así pues, tenemos deseo de comer o estamos carente de él. Pero esto, como también es de esperar, funciona ajeno a la voluntad, de manera que si volitivamente dejáramos de comer nuestro cuerpo automáticamente estimularía el famoso “gen ahorrador” y se incrementaría la liberación de Gr y disminuiría secreción de Lpt.
En un muy interesante trabajo científico publicado en el Journal of Exercise Physiology online, Volume 12 Number 2 April 2010, se concretó una investigación en treadmill, donde los sujetos corrieron al 50% del VO2max, a un cociente respiratorio (RER) entre 0,7 y 0,8 (lo que demuestra la participación muy elevada y absolutamente dominante de las grasas como combustible energético), y con la regulación permanente de la velocidad de la cinta deslizante a los fines de mantener la intensidad del ejercicio al 50% del consumo de oxígeno previsto.
Del análisis de sangre verificando niveles de Lpt y Gr se observó que a intensidades del 50% del VO2max, los valores de Lpt descienden en forma significativa al tiempo que los de Gr se incrementan sensiblemente.
Lo relevante de este estudio tiene que ver, de acuerdo a lo que expresan los investigadores en el trabajo, con el efecto que esos niveles de exigencia pueden tener sobre estrategias para la perdida de tejido graso. Porque es evidente que intensidades tan bajas siempre se han sugerido para la pérdida del excedente graso y, por el otro lado, nuestro sistema hormonal vinculado a la homeostasis energética muestra a estas intensidades como potenciadoras del apetito.
Resumiendo, muchas veces vemos prescribir esfuerzos en el territorio aeróbico con el “mensaje medioeval” que indica que el mismo debe ser de baja intensidad (tal el caso del 50% del VO2max, lo que para no pocas personas implica una simple marcha) y durante un tiempo prolongado (en este trabajo se concretó durante 60 minutos).
Entonces nos preguntamos y cuestionamos….será que debemos “leer” solamente al metabolismo energético solicitado pero descontextualizando la tasa energética a la cual se concreta (para el caso, muy pobre y por ello el gasto kilocalórico será bajo) y el entorno hormonal que se presenta?
Porque de acuerdo a lo que muestran algunos trabajos como el que cito aquí, ciertas hormonas que actúan directamente sobre el deseo de comer están aumentadas y las que operan sobre la inhibición del apetito se incrementan.
Conclusión de los autores de acuerdo a lo colocado textualmente en su idioma original:
Long duration moderate-intensity exercise (max VO2 less than 60%) has been suggested as an exercise mode to decrease body fat. The results of the current study call into a question the use of long duration moderate-intensity exercise as an exercise mode to decrease body fat. The results of the present study showed that this type of exercise may result in a decrease in leptin and an increase in ghrelin. Increase of acylated ghrelin and decrease of leptin were shown to increase appetite and food intake. Therefore, long duration moderate-intensity exercise (max VO2 less than 60%) may stimulate energy intake after exercise and make weight control more difficult. Also other controlled studies should be conducted to understand the effects of this type of exercise on acylated ghrelin and leptin in obese, overweight and sedentary subjects.
Para reflexionar
Dr Jorge Roig.
Sabre el trabajo que comentas algunas apreciaciones:
ResponderEliminarEs el Volumen 13.
Es un estudio sobre 7 deportistas jóvenes.
Ninguno de ellos con sobrepeso.
Teniendo esto en cuenta, ysabiendo que estas hormonas tienen otros factoresque facilitan su excreción (peso, edad,...) no se puede derivar de este estudio, que la prescripción de actividad física moderada pueda interferir en la estrategia de la pérdida de peso en adultos con sobrepeso.
Hola, gracias por tu comentario..., en realidad existen otros factores por los cuales la prescripción de trabajo continuo de baja intensidad es desaconsejada como estrategia de pérdida de masa grasa en individuos con sobrepeso. Sabemos que la mayor parte del gasto calórico del individuo ocurre en reposo (entre el 65 y 70% del gasto calórico total), además sabemos que la TMR (tasa metabólica en reposo) depende del tejido activo, es decir, masa muscular. Los trabajos contínuos de baja intensidad tienden a hacer perder peso incluyendo parte de la masa muscular y generando un gasto metabólico solo intrasesión. La estrategia más adecuada es generar EPOC (Consumo de Oxígeno post Ejercicio, preservando la masa muscular, lo cual sucede con actividades más intensas e intervaladas. Si el individuo además de sobrepeso padece de síndrome metabólico, que incluye entre sus consecuencias la sarcopenia que implica la posibilidad de potenciar una disminución del índice metabólico, aumentar la resistencia a la insulina, perder masa ósea, reducir el fitness cardiocirculatorio y disminuir la tolerancia a la glucosa. Estos factores disminuyen la capacidad del músculo de utilizar ácidos grasos como combustible y demandan una solución que incluya la recuperación de masa muscular. Por lo tanto los trabajos de fuerza se imponen como necesarios junto a trabajos intervalados para el fitnes cardiovascular. De cualquier manera, el experto es el fisiólogo autor del artículo, Jorge Roig, quién seguramente podría explicarte esto con mucho más detalle, más allá de subsanar el error en el volumen del Journal. Saludos!
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