Si usted es de los que practica lo que suelo llamar “E x E” (Entrenar por Entrenar), puede dejar de leer estas líneas ya mismo. De lo contrario, si es de los que busca superarse constantemente en pos de metas preestablecidas, quizás le interese lo que sigue.
Para lograr los mejores resultados con el menor esfuerzo, es necesario establecer una serie de prioridades a la hora de delinear su entrenamiento, en esencia esto puede aplicarse a cualquier actividad que emprenda en la vida y se sintetiza en el concepto de EFICIENCIA.
Ser Eficiente implica realizar exclusivamente las tareas que lo conduzcan de manera más rápida hacia su objetivo. Contrariamente a esto, muchas personas se centran simplemente en ser Eficaces, es decir, realizar correctamente las actividades prescriptas, sin evaluar la relación “costo/beneficio” respecto de sus objetivos.
Para ser Eficientes necesitamos tener claramente establecido:
_QUE HACER
_QUE NO HACER
La mayoría de los individuos tendemos a hacer lo que nos gusta en vez de lo que realmente necesitamos y muchas veces también caemos en la trampa de creer que “más” es sinónimo de “mejor”. Deberíamos entender que, en tal caso, no se trata simplemente hacer más, sino hacer más de lo que realmente funciona, que en muchas oportunidades resulta ser bastante menos de lo que venimos haciendo habitualmente.
Para delimitar que tareas hacer y cuáles no, me gusta aplicar dos herramientas provenientes del área de la administración y la economía:
-Ley Pareto o Regla del 80/20: sintéticamente esta ley enuncia que el 80% de los resultados proviene del 20% de las acciones que realizamos. Identificar este 20% y hacer más de esto es la premisa.
-Ley de Parkinson: nos dice que al realizar una tarea, tendemos a llenar todo el tiempo que disponemos. Por lo tanto, cuando de economizar tiempo y energía se trata, lo más adecuado es limitar el tiempo destinado a priori, en vez de supeditarlo a la realización de las actividades.
Otra herramienta que me parece muy útil es el concepto de Densidad específicamente aplicado a la carga del entrenamiento, que podemos definir como la relación entre la cantidad de trabajo y el tiempo requerido para hacerlo, a mayor trabajo en un tiempo dado, mayor Densidad.
Ahora veamos cómo se aplican estas herramientas al diseño de un plan de entrenamiento:
-Destine la cantidad de sesiones semanales de entrenamiento que esté seguro poder cumplir sin excepciones y que no interfieran con el resto de sus actividades. Recuerde que las mejoras del rendimiento se dan por sumatoria de estímulos de entrenamiento, por lo tanto, una sesión planificada que no puede cumplirse interrumpirá este proceso y generará un retroceso.
-La duración de la sesión estará dada por la óptima administración de los niveles de intensidad respecto de la producción de fatiga y la capacidad de recuperación, lo que variará según la especialidad deportiva. El cansancio es una de las consecuencias del entrenamiento, pero de ninguna manera es el objetivo.
-Seleccione las actividades/ejercicios de su sesión con el criterio de calidad, procurando que el mayor porcentaje de éstos estén destinados específicamente al rendimiento y un porcentaje menor a la compensación y prevención de lesiones.
En síntesis, construir un entrenamiento Eficiente implica lograr más haciendo menos, eliminando todo aquello que consuma tiempo y energía sin aportar a los resultados.
Cualquier cosa llevada al exceso termina convirtiéndose en lo contrario…
Ariel Couceiro González
Entrenamiento Inteligente
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